El primer día que te conocí, debería haber huido. Debería haberte dicho que estabas loca y desaparecer sin dejar rastro alguno. Pero en cambio, me quedé ahí esperando, esperando a que vinieras. Y al final de cuentas, siempre encuentras una manera de decepcionarme. Después de todas las cosas que hice por ti, vos nunca trataste de hacer lo mismo. Cuando necesitas que alguien te salvé, cuando crees que te vas a ahogar, vos sólo envolvés tus brazos alrededor mío y me derribas. Ya no quiero volver a malgastar otro día. Las cosas no van a ser las mismas. Me enfermas, y necesito irme.
lunes, 6 de septiembre de 2010
ES MI TIEMPO DE DECIR ADIOS.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario